lunes, 10 de septiembre de 2012

La Creación del Alfabeto. (Parte VII).

El pergamino.
Un hecho de gran trascendencia que no puede dejarse pasar por alto es que para el 190 a.C., en Pérgamo, se comenzó a utilizar como soporte al pergamino, el cual se realizaba con pieles de animales domésticos, sobre todo ternera, oveja y cabra. El pergamino resultó ser más grande, más liso, más duradero y flexible que las hojas de papiro.


El pergamino permitió la creación de los códices, los cuales eran la conjunción en pliegos de dos, cuatro u ocho hojas que se doblaban y cosían como los libros actuales. A diferencia del papiro permitía escribir en ambas caras de la hoja, y así reducir tanto el espacio de almacenamiento como los costos de producción.




Representación de un pergaminero alemán (siglo XVI).

La Creación del Alfabeto. (ParteVI).

La Escritura Romana.

Roma con el fin de vanagloriarse de sus conquistas militares creó letras monumentales que se utilizaban en inscripciones arquitectónicas. Con ellas buscaban no sólo la belleza sino la permanencia. Las capitalis monumentalis (mayúsculas monumentales) constaban de trazos finos y gruesos, líneas rectas y curvas. Unificadas orgánicamente cada letra era un todo en sí mismo y no la sumatoria de partes. En ellas se prestaba atención tanto al blanco interno de la letra como el que se generaba entre ellas. Si una línea del texto contenía más caracteres que otra se recurría a la condensación de los mismos.


Detalle de una tumba romana en la Vía Apia.


Estos caracteres partían de las formas básicas como el cuadrado, el círculo y el triángulo. La letra grabada no tenía bordes perpendiculares a la superficie plana de la piedra sino que tenían una inclinación gradual que permitía mayor durabilidad.


Otra particularidad de estas letras era que al final de ellas se encontraba un remate (serifa). Acerca del origen del mismo se sostienen dos teorías:


  • Una sostenía que era producto de la labor de los picapedreros con el fin de emprolijar el final de las letras.
  • Otra que propugnaba que el mismo era generado por el letrista que se encargaba de hacer el boceto previo sobre la piedra al levantar el pincel.
Esto era en lo concerniente a letras para inscripciones pero en cuanto a la manuscrita la letra romana tenía varias formas:

  • Capitalis quadrata (“mayúsculas cuadradas”). Se utilizaron principalmente a partir del siglo II d.C. hasta el siglo V d.C, su fisonomía era similar a la de las mayúsculas actuales. Las mismas eran trazadas cuidadosa y lentamente con una pluma plana. Sus formas permitían una gran legibilidad, sin embargo sus interletrados e interlineados eran amplios compitiendo contra ésta a lo cual había que sumarle que no existía interpalabra. Las líneas de texto se escribían entre dos contenedores horizontales de los cuales las únicas letras que sobrepasaban su altura eran la L y la F. Los remates con pluma reforzaban el final del trazo.
 
Detalle de un manuscrito del 400 d.C.
La pluma sostenida en ángulo producía trazos y remates tanto gruesos como finos.
  • Capitalis rústica (“mayúsculas rústicas”). Se emplearon durante el mismo período que las anteriores, eran formas condensadas que permitían mayor rapidez en la escritura y ahorro de espacio, permitiendo aproximadamente un 50% más de caracteres por página.

Detalle de un manuscrito del 400 d.C.
La pluma aplanada se sujetaba en posición casi vertical creando grandes contrastes y caracteres más redondeados.
  • También existía una escritura mural, utilizada tanto en muros y carteles, que combinaba tanto la quadrata como la rústica. Ésta era destinada a campañas políticas y avisos publicitarios.
Escritura mural pompeyana (I d.C.) preservada por la ceniza volcánica.
 
La Creación del Alfabeto. (Parte V).
El alfabeto latino.


Para el siglo I d.C. el imperio romano se extendía desde las islas británicas hasta Egipto y desde España hasta la Mesopotamia. Ya en el siglo II a.C. había conquistado Grecia, apropiándose de sus avances científicos y culturales adaptándolos a sus necesidades. Sin embargo, el alfabeto griego llegó con anterioridad a la conquista a los romanos haciéndolo a través de los etruscos, quienes para el siglo VI a.C. dominaban toda la península itálica.

Para el 250 a.C. los romanos habían generado su propia adapactación del alfabeto griego, remplazando la z, que poco uso tenía para ellos por la g; para entonces el mismo contenía casi todos los caracteres actuales a excepción de la Y y la Z, las cuales ya eran utilizadas por los griegos y si bien a diferencia de éstos habían añadido la G tampoco contaba con la J, la U, la W y la Ñ. Para el siglo I a.C. sumaron la Y y la Z llegando a los veintitrés caracteres.

Para la edad media se añadieron tres caracteres más:
  • La J resulta de una derivación de la I para indicar que se utilizaba con la fuerza de una consonante, sobre todo como inicial de algunas palabras.
  • La U y la W son variantes  de la V. La primera tomó el rol vocálico mientras que la V mantuvo el consonántico. La W comenzó como una ligadura de la V, lo cual tuvo lugar a partir del siglo XII.